miércoles, 8 de mayo de 2013

Vida



  





   Desde que nacemos emprendemos un viaje hacia nuestra muerte. Crecemos, maduramos, aprendemos, nos relacionamos, vivimos…Nadie elige donde quiere nacer ni en qué condiciones, simplemente nacemos en un determinado espacio y en un determinado momento, ni siquiera elegimos nuestros progenitores, nadie nos pregunta si queremos hermanos ni mucho menos si nos apetecen los ojos azules o marrones, simplemente un día tomas conciencia de que estás vivo y que tienes que sobrevivir como te ha tocado. ¿Cuál es el primer recuerdo que tenéis? Sobrevivimos gracias a los instintos animales, primitivos, estos siguen estando ahí aunque en la sociedad en la cual nos ha tocado vivir estos están camuflados. Igual que nacemos…morimos. Forma parte de la vida, del ciclo de la vida, somos materia orgánica, energía, muchas células organizadas de una forma magistral, sofisticada y como tal, pasamos a otra forma de energía, nos transformamos en polvo, ceniza, alimentos para los gusanos…Recordad el principio de conservación de la materia “La materia ni se crea ni se destruye, tan solo se transforma”.
   
 Si consideramos lo dicho hasta ahora, no deberíamos extrañarnos ni negar algo que simplemente forma parte de nosotros, la muerte, algo natural como la vida, la muerte es vida. Sin embargo esta consideración por mi parte y que sin duda es muy cierta, solo entiende la muerte como una etapa más de la vida, su forma biológica de entenderla, de asimilarla. ¿Pero todo el mundo lo ve así? Indudablemente que no, el hecho de que seamos animales racionales, sociales, únicos, sentimentales…nos hace vivir y ver la muerte de formas diferentes, cada persona es única, tiene una forma propia de pensar y actuar, de reaccionar, de sentir…y vivirá ese momento tan crucial de formas distintas. Por tanto no podemos aquí hacer una guía de cómo afrontan la muerte las personas, ni como la ven…y mucho menos si globalizamos ese sentimiento a todas las sociedades e individuos de la Tierra. Queda claro pues que cada persona es un mundo y tiene su propia forma de afrontar la muerte y su propia forma de entenderla.
  
     La sociedad en la que vivimos, nos impone ciertas costumbres o pautas para todo, incluida por supuesto, la muerte. Somos seres psicosociales, vivimos en una sociedad en la que todo está marcado, institucionalizado, medicalizado, desde que nacemos hasta que morimos. Existen unas formas de actuar que se dan por buenas, hablar de la muerte es un tabú porque la sociedad así lo ha hecho como si fuera algo lejano y que no va con nosotros. Se evita hablar de la muerte, de hecho incluso en nuestros sueños, jamás soñamos con nuestra propia muerte, nos despertaríamos sobresaltados antes de que se diera. Esto es algo contradictorio a la realidad, nos vamos a morir pensemos lo que pensemos y hagamos lo que hagamos, forma parte de la vida. Aún no conozco nadie que sepa o haya descubierto la fórmula de la eterna juventud o alguna pócima mágica que nos haga ser inmortales, por lo que deberíamos tomarnos esa etapa final como algo que simplemente tiene que suceder y sucederá.

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