Desde que nacemos emprendemos un viaje hacia
nuestra muerte. Crecemos, maduramos, aprendemos, nos relacionamos,
vivimos…Nadie elige donde quiere nacer ni en qué condiciones, simplemente
nacemos en un determinado espacio y en un determinado momento, ni siquiera
elegimos nuestros progenitores, nadie nos pregunta si queremos hermanos ni
mucho menos si nos apetecen los ojos azules o marrones, simplemente un día
tomas conciencia de que estás vivo y que tienes que sobrevivir como te ha
tocado. ¿Cuál es el primer recuerdo que tenéis? Sobrevivimos gracias a los
instintos animales, primitivos, estos siguen estando ahí aunque en la sociedad
en la cual nos ha tocado vivir estos están camuflados. Igual que
nacemos…morimos. Forma parte de la vida, del ciclo de la vida, somos materia
orgánica, energía, muchas células organizadas de una forma magistral,
sofisticada y como tal, pasamos a otra forma de energía, nos transformamos en
polvo, ceniza, alimentos para los gusanos…Recordad el principio de conservación
de la materia “La materia ni se crea ni se destruye, tan solo se transforma”.
Si consideramos lo dicho hasta ahora, no deberíamos
extrañarnos ni negar algo que simplemente forma parte de nosotros, la muerte,
algo natural como la vida, la muerte es vida. Sin embargo esta consideración
por mi parte y que sin duda es muy cierta, solo entiende la muerte como una
etapa más de la vida, su forma biológica de entenderla, de asimilarla. ¿Pero
todo el mundo lo ve así? Indudablemente que no, el hecho de que seamos animales
racionales, sociales, únicos, sentimentales…nos hace vivir y ver la muerte de
formas diferentes, cada persona es única, tiene una forma propia de pensar y
actuar, de reaccionar, de sentir…y vivirá ese momento tan crucial de formas
distintas. Por tanto no podemos aquí hacer una guía de cómo afrontan la muerte las
personas, ni como la ven…y mucho menos si globalizamos ese sentimiento a todas
las sociedades e individuos de la Tierra. Queda claro pues que cada persona es
un mundo y tiene su propia forma de afrontar la muerte y su propia forma de
entenderla.
La sociedad en la que vivimos, nos impone
ciertas costumbres o pautas para todo, incluida por supuesto, la muerte. Somos
seres psicosociales, vivimos en una sociedad en la que todo está marcado,
institucionalizado, medicalizado, desde que nacemos hasta que morimos. Existen
unas formas de actuar que se dan por buenas, hablar de la muerte es un tabú
porque la sociedad así lo ha hecho como si fuera algo lejano y que no va con
nosotros. Se evita hablar de la muerte, de hecho incluso en nuestros sueños,
jamás soñamos con nuestra propia muerte, nos despertaríamos sobresaltados antes
de que se diera. Esto es algo contradictorio a la realidad, nos vamos a morir
pensemos lo que pensemos y hagamos lo que hagamos, forma parte de la vida. Aún
no conozco nadie que sepa o haya descubierto la fórmula de la eterna juventud o
alguna pócima mágica que nos haga ser inmortales, por lo que deberíamos
tomarnos esa etapa final como algo que simplemente tiene que suceder y
sucederá.
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